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Y después de las elecciones

Y después de las elecciones

Escrito por: DR. MIGUEL ÁNGEL PUENTE* | PUENTE & ASOCIADOS

 

El pasado 11 de abril fuimos testigos de una elección presidencial cargada de mucha incertidumbre respecto a los posibles resultados, luego de que en primera vuelta el candidato Andrés Arauz obtuvo el 32,72% de los votos válidos y Guillermo Lasso solo 19,74%, apenas 30.000 votos más de su cercano contendor, Yaku Pérez.

La primera vuelta trajo varios datos para el análisis, la sorpresiva votación de Xavier Hervas que en su debut electoral obtuvo casi un millón y medio de votos, que difícilmente otras figuras tradicionales de la Izquierda Democrática hubiesen alcanzado. La reñida disputa por el segundo lugar para el balotaje, que no pasó de furibundos discursos de un supuesto fraude electoral, inexistente, provocado por el inoportuno anuncio de los resultados del conteo rápido por parte de la presidenta del CNE, quien debió haber advertido un empate técnico y abstenerse de indicar datos, que originaron la suspicacia del fraude. Yaku Pérez también sorprende con una votación histórica de Pachakutik, que logra abanderarse del mensaje ambientalista y otras causas reivindicatorias, de la mano de un buen candidato, en cuanto a su identificación con el electorado y sentido de superación pese a las circunstancias adversas de su entorno.

Por otro lado, la votación de Guillermo Lasso en la primera vuelta fue de casi 822 mil votos menos que los que obtuvo en la misma instancia en el 2017, debido a que una parte de su electorado optó, en esta ocasión, por otros candidatos que fragmentaron su votación. Sin embargo, él no fue el único que perdió electores, pues la candidatura del “correísmo” también obtuvo 7 puntos menos que en febrero de 2017.

La tarea del candidato Lasso era compleja, pues necesitaba crecer más de 31 puntos para ganar en segunda vuelta. Un hito tal vez comparable con lo sucedido en Perú en el 2016 cuando Pedro Pablo Kuczynski obtuvo en primera vuelta 21,1% de los votos y en segunda vuelta derrotó a Keiko Fujimori al obtener 50,1% frente al 49,8%, en una de las elecciones más apretadas de nuestro vecino del sur.

Finalmente lo consiguió, en su tercera campaña electoral, Guillermo Lasso obtuvo una victoria cómoda frente a Andrés Arauz, gracias a evidentes aciertos de su campaña y crasos errores de la otra candidatura.

Para alcanzar la victoria, el candidato de la alianza Creo – PSC, tuvo a su favor el desgaste de un modelo de hacer política, que representó el Socialismo del Siglo XXI, quienes polarizaron a la población, decepcionaron a una buena parte de quienes creyeron en sus reivindicaciones y más allá de si sus obras fueron buenas o malas, existió un manto de corrupción institucional, cuyo saldo son varias exautoridades presas, otros prófugos, algunos auto exiliados; pero todos argumentando que son perseguidos políticos.

Lasso modificó su mensaje para la segunda vuelta, lo hizo más ligero y accesible en redes para ese electorado joven que en primera vuelta optó por Yaku y Hervas, hizo un llamado al encuentro, que incluyó a algunos grupos que hasta entonces estaban distantes de su figura, utilizó jingles originales y emotivos y, definitivamente, el debate y el efecto posterior al mismo con la muletilla del “Andrés no mientas otra vez” fue efectivo.

Por el otro lado, a Arauz la sombra del expresidente Correa le pasó factura, de manera similar a lo sucedido con Barrera en la campaña para alcalde de Quito en el 2014. Los líderes fuertes generan pasiones marcadas de amor y odio y en este caso de alta resistencia, por lo tanto, el voto anti Correa también tuvo un rol decisivo.

El mensaje del expresidente en tono de amenaza a medios de comunicación, cámaras de la producción y otros, fue otro error, al igual que un video del “Banco Lassoquil” que pronto fue retirado de redes, por el efecto contrario que generó, ya que estos mensajes avivaban a su electorado, pero no conseguían convencer a los indecisos. El candidato tampoco pudo marcar su propia impronta y, finalmente, el apoyo de Vargas restó y no sumó.

En la noche del 11 de abril se conoció lo que para muchos era impensable: Lasso obtenía la Presidencia de la República con algo más de 4,6 millones de votos, logrando conseguir un 154% más de votos que en febrero. Arauz reconocía la derrota y finalmente el proceso electoral culminaba con un manto de certeza y transparencia.

Al día siguiente el riesgo país bajó 345 puntos y llegó a 824, uno de los mejores niveles desde el 2019, los bonos 2040 suben 10 puntos, hay un optimismo en el país y una alta expectativa de lo que hará el nuevo gobierno.

Pero ahora qué viene, el Presidente electo tiene grandes desafíos, el primero de ellos la vacunación, su propuesta fue 9 millones de vacunados durante los primero 100 días de gobierno, plan ambicioso que para cristalizarse necesariamente debe contar con el sector privado y una cadena logística eficiente. Este puede ser el primer reto que, en caso de cumplirse, tendrá un efecto positivo en su aceptación y le dará margen de maniobra para llevar a cabo otras medidas necesarias.

Otros desafíos importantes que tendrá el mandatario son en materia laboral, tributaria y de seguridad social. Personalmente creo que debería aprovechar las altas expectativas de su ingreso, para impulsar un nuevo Código del Trabajo, moderno, acorde a las condiciones laborales actuales, que busque dinamizar las relaciones patronales, en reemplazo del actual que data de 1938. Por el momento, en su plan de gobierno, ha propuesto una Ley de oportunidades laborales, que busca fomentar la generación de empleo, indispensable para hacer frente a los efectos de la pandemia en esta materia.

En el ámbito tributario su propuesta ha sido no crear más impuestos y optimizar tres principales tributos: IVA, impuesto a la renta y a los consumos especiales ICE. Durante la administración del presidente Correa se realizaron 22 reformas tributarias, lo que originó una inestabilidad y a la vez un exceso normativo en esta delicada materia, por lo cual se espera que el actual Presidente envíe una sola reforma tributaria, que simplifique el entramado fiscal y abone estabilidad tributaria, brindando confianza a los inversores al saber que se respetarán las reglas del juego con las que decidieron apostar a este país.

La seguridad social atraviesa una crisis de liquidez, que compromete su sostenibilidad en el mediano plazo, por lo cual se debería apuntar a una reforma integral del sistema de pensiones, que provea certeza a los cotizantes que recibirán sus prestaciones como la jubilación y la atención médica oportuna.

Para llevar a cabo esto se requiere votos en la Asamblea y el gobierno solo cuenta con 12 escaños propios, sin lugar a duda las negociaciones parlamentarias serán un desafío para el nuevo Gobernante, quien deberá contar con un Ministro de Gobierno, capaz de articular consensos y acuerdos sobre las principales necesidades de los ecuatorianos, sin caer en el facilismo del reparto y la troncha que tanto daño han realizado en el pasado.

El gobierno debe fortalecer la institucionalidad, pasar de la perorata contra la corrupción a medidas ejemplares de cero tolerancia a la misma, tender acuerdos y distanciarse de los oportunistas de siempre. Como diría Winston Chruchill: “el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”. Que esta sea la imagen que tengamos del nuevo Presidente.

*Socio fundador y Gerente General de Puente & Asociados Cia. Ltda. Doctor en Jurisprudencia, abogado de los Tribunales de Justicia y Licenciado en Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Máster en Administración de Negocios (MBA) Universidad Internacional SEK del Ecuador. Recommended Lawyer por The Legal 500 Latinamerica, como especialista en derecho laboral. Contacto: miguelp@puenteasociados.com

 

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Miguel Ángel Puente

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