Las empresas familiares frente a la pandemia
Hablar de los efectos de la pandemia en la economía se ha convertido en algo casi habitual dentro de todas las empresas, pero poco se ha dicho de este fenómeno y su impacto dentro de las empresas familiares en el Ecuador. No porque sea poco importante o porque este tipo de empresas sean muy pocas, ya que los datos a nivel nacional nos dicen todo lo contrario.
Las empresas familiares o que están bajo el control de una familia empresaria en el país alcanzan casi al 93% de todos los negocios existentes y se estima que llegan a contribuir con casi el 70% del PIB nacional, lo cual no solo las convierte en un segmento sensible, sino incluso en el motor del cual pocos se han preocupado durante el embate de la pandemia por COVID-19.
Siendo, de esta forma, un segmento del cual dependen la gran mayoría de empleos y del que poco se ha hablado en lo que a la familia empresaria y sus relaciones internas se refiere. Relaciones que, si se resquebrajan, no solo crean un conflicto dentro de su hogar, sino también en muchos hogares y negocios relacionados que forman parte de su cadena de valor.
Para clarificar este impacto vale la pena revisar algunos datos de la región:
- 82% de las empresas han hecho recortes en gastos para poder superar la pandemia y la economía de guerra es un modelo que se ha implantado en muchas de ellas con pocas probabilidades de cambio durante este año. La economía de guerra se refiere a la priorización de la sobrevivencia del negocio, sacrificando las ganancias en el corto plazo para darle mayor atención al flujo de caja como indicador de la salud empresarial.
- Alrededor del 65% de empresas han reducido su nómina en un 15%; un 7% han reducido entre 16% y 30%; y un 4% han recortado personal entre el 31% y 45%. Lo que en épocas de prepandemia yo llamaba la “Obesidad Empresarial”, por ser una condición de gordura de nómina en la que se contaba con más personas de las necesarias para alcanzar los niveles de eficiencia buscados, ahora es visto como un síntoma al que más empresas, y de todo tamaño, le ponen mucha atención para encontrar los puntos de excesivo gasto mensual.
- 80% de las empresas han revisado, modificado o eliminado los beneficios variables del personal, ya sean estos bonos o comisiones, con el fin de mantenerse en el mercado y evitar la eliminación de empleos. Sobre todo en áreas comerciales y de dirección, incluso para miembros de la familia empresaria. Además, muchas de ellas han cambiado los tipos de contrato y han pasado de empleos formales a acuerdos por comisiones que les eviten un costo fijo poco eficiente. De esto no se cuenta todavía con datos confiables.
- Más del 70% de la empresas ha integrado formas de teletrabajo. De estas, al menos se espera que el 5% no retornen a actividades presenciales de forma definitiva, debido a que los costos se han reducido sin afectar en gran medida la productividad del personal.
- Un 63% de las empresas esperan mantener los niveles de empleo actuales, pero un 27% cree que deberá reducir su nómina. En contraparte, solo el 10% espera aumentar su personal durante este año.
- En cuanto a ventas, el 42% espera mantener sus ventas, un 27% cree que sus ventas se reducirán y un 31% esperan aumentar su facturación durante el 2021.
Ante estos datos, vale preguntarnos: ¿Tienen las empresas familiares una estrategia y un modelo de negocio adecuado para el momento?. Y si lo tienen: ¿Qué es mejor ahora, hacer cambios radicales o ir adaptándonos poco a poco?
Responder a estas interrogantes no es fácil, porque no todas las empresas son iguales, en especial las empresas familiares donde los factores de éxito varían de aquellas de índole accionaria.
Una empresa tradicional o de tipo accionaria reacciona y se comporta de forma distinta a una empresa exclusivamente familiar. El éxito se mide en factores como rentabilidad, expansión y diversificación. La empresa familiar muchas veces mide su éxito en la armonía entre los parientes, el crecimiento del patrimonio y los bienes y en que el negocio pueda pasar a las siguientes generaciones, si no en gestión al menos en posesión.
Por estas razones las familias empresarias deben analizar cuál de estas estrategias están aplicando actualmente:
- Replegarse: en la cual son menos ambiciosos, incluso llegan a conformarse con sobrevivir a la crisis para esperar que el futuro mejore y les permita volver a crecer de alguna forma.
- Resistir: manteniendo los planes y objetivos establecidos antes de la pandemia y tratando de aprovechar de forma reactiva las oportunidades que les presenten.
- Transformarse: modificando sus estrategias acorde a los nuevos escenarios y adaptando su misión y visión al nuevo ritmo y la nueva realidad del mercado.
El no hacer esta reflexión lleva a que las familias empresarias implosionen no solo por los efectos de la pandemia en sus empresas, sino incluso debido a que no cuentan con la madurez necesaria para llegar a acuerdos que permitan involucrar a las siguientes generaciones en la gestión actual del negocio, donde los fundadores o las generaciones más sensibles al virus tengan que ver reducido su campo de acción por temor al contagio.
Un relevo que, si bien pudo haber estado planificado, las condiciones del entorno actual obligan a implementar con rapidez para ir corrigiendo el curso sobre la marcha. Tal vez no es lo ideal, pero es lo que queda por hacer para que el negocio y la familia sobrevivan a la pandemia.
* SEBASTIAN CASTRO es CEO y Fundador de SBS Consulting.
Consultor internacional en eficiencia empresarial y aumento de productividad. Instructor y conferencista con más de 10 años de experiencia.
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